Un poco de mi...diario vivir.

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Tamaulipas, Mexico
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23/4/09

Que si hice algo hoy?

Mi esposo llego hoy a la casa y me vio sentada en el sofá con nuestro pequeño en una rodilla, y amamantando a nuestro bebe del otro lado.
Estaba tratando de voltear las paginas de un libro con la mano que no sostenía al bebe, mientras atendía a ver si oía el sonido de la alarma de la estufa. Mi esposo me miró inocentemente, y pregunto: 'Y bien, ¿hiciste algo el día de hoy?'
Que bueno que la mayoría de mis apéndices estaban ocupados, pues así no pude saltar sobre él y estrangularlo hasta matarlo. Probablemente esto fue lo mejor, ya que asumo que hacer una pregunta estúpida, no justifica el asesinato en este país. Déjame retroceder un poco y explicarte lo que me llevo a este punto en mi vida. No siempre estuve al borde de la locura.
Al contrario, hace apenas cuatro años, yo tenía un buen trabajo, un ingreso estable, y un vehículo en el cual NO cabía más que un equipo profesional de deportes, además de mí. Yo veía shows de televisión cuyos anfitriones no eran marionetas.
Me iba a dormir después de las nueve de la noche, y prefería el sexo a quedarme dormida. Me reía de las personas que viajaban en un remolque con tres niños gritando y un perro babeando, y le llamaban a eso 'vacaciones'..
Pues bien, ¡Me he convertido en una de esas personas! ¿Que me sucedió? La prueba de embarazo resulto positiva. He cambiado mi lencería de 'Victoria's Secrets' por pantaletas de algodón y unos buenos brassieres de maternidad. Adiós, Luis Miguel, bienvenidos: Cri-Cri y las Ardillitas. Mi idea de privacidad ahora, es poder ir al baño sin que un niño de dos años este afuera golpeando la puerta, mientras un bebe este descolgando todo el papel de baño desde mi regazo.
Finalmente entendí que el termino: 'Mama que se queda en casa', no se refiere a una madre que ya no trabaja fuera de casa, sino mas bien a una que parece que nunca tiene la oportunidad de asomar la nariz por la puerta. Así que heme aquí sentada, con mis niños cargados, tratando de contestar a mí amado esposo ¿QUE SI HICE 'ALGO' HOY? Bueno, pues creo que si, pese a que parece que no mucho fue logrado. Compartí el desayuno en la cama con un apuesto joven. Por supuesto, el desayuno consistió de u! n platito de avena y de migajas de galleta halladas entre las sabanas.
El apuesto joven mide noventa centímetros, y solo se excita cuando ve dinosaurios color púrpura, camioncitos de juguete, y papitas a la francesa. También me fui a dar un paseo relajante por el bosque. Por supuesto, tuve que buscar ranas y lagartijas, y que detenerme a soplar algunos 'Dientes de león' en el camino. Lavé también exitosamente una carga de ropa, moví la ropa de la lavadora a la secadora, y la carga que estaba en la secadora fue pasada a la canasta. La ropa de la canasta esta ahora extendida en la cama, esperando mi decisión a la hora de ir a la cama, de guardar esa ropa o de simplemente moverla a mi tocador. Leí dos o tres clásicos, por supuesto, Dickens y Shakespeare, no son los autores, pues ahora estamos en los trabajos de Andersen, Grimm y otros autores de cuentos de hadas.
Creo que no estaré en la sección de adultos de la librería en mucho tiempo. En los ratos libres, barrí, sacudí, limpié, organice y reacomode. Alivié golpes con besos, y enjugue las lágrimas. Regañe, alabe, abrace, y puse a prueba mi paciencia, todo ello antes de la tarde. ¿QUE SI HICE 'ALGO' HOY? ¡Ya lo creo! Ahora ya entiendo lo que la gente quiere decir cuando se menciona que la paternidad es el trabajo más difícil de su vida. En mi VAP (Vida Antes de los Pañales), yo enseñaba a mentes jóvenes como dividir fracciones y escribir complejas oraciones; pero ahora soy incapaz de enseñar a un testarudo de dos años como usar el baño.. Alguna vez fui capaz de manejar por complicadas calles urbanas, mientras hablaba en mi celular y buscaba al mismo tiempo una buena estación de radio; ahora no puedo hacer que las rueditas de mi carreola vayan en la dirección que necesito.
Soy graduada universitaria, tengo una maestría en el extranjero, he escrito artículos en el periódico, he ganado premios, pero no encuentro como quitar las manchas de zanahoria de mi alfombra. Antes, debatía sobre política con mis amigos, ahora hablamos de las ventajas de pañales desechables contra pañales de tela y de cuando dejé de usar oraciones de más de cinco palabras. Así que, en respuesta a la pregunta de mi esposo: 'Si hice algo hoy, de hecho, he dado un paso mas hacia uno de los mayores logros en la vida'.
No, no cure el cáncer, ni contribuí a pactar la paz mundial, pero si sostuve un milagro en mis brazos; dos, de hecho.Mis niños son mi mayor logro y la oportunidad de criarlos es mi mayor reto. No se si mis hijos crecerán para convertirse en grandes lideres o en neurocirujanos de nivel internacional. Francamente, ¡no me importa, siempre y cuando crezcan para ser buenas personas!. Ellos son mis mayores alegrías, pese a que muchas veces por la noche me quedo dormida llorando de frustración.
El punto es, que hoy pude ver a mis hijos dar otro paso en el gran viaje de la vida, y tuve la oportunidad de mostrarles algunas de las partes del camino. Así como la maternidad es todo un reto, es compensatoria en la misma medida.
Porque estamos usando todos nuestros conocimientos, nuestro talento y nuestras habilidades para formar a una nueva persona. Es esta persona, y esta gente, la que a su vez, usara sus dones para construir nuestro futuro.
Así que cada canción de cuna que yo canto, cada columpio que empujo, cada manita que sostengo es ALGO, y... ¡Lo hice hoy! Si has disfrutado esta lectura, cómpartela con otra persona que creas que debe saber lo IMPORTANTE que realmente es el trabajo de las madres, sobre todo a nuestros amigos los hombres

12/4/09

El Amor y la amistad son una actitud

Por una mejor familia, ayudarnos a elegir buenos amig@s.
El Individualismo es para mi considerado como el cancer del Siglo XXI, querer hacer las cosas sol@, creer y vivir como si solo uno pudiera lograr lo esperado, establecer un estándar en donde nadie mas entra solo "yo"; nos encontramos presos de aparatos que se han convertido en nuestros amos: Internet, la TV, Mp3, Ipod, Tel. Celular, Wii, y todo tipo de equipos electronicos... cierto, es maravilloso vivir en esta epoca en que los podemos disfrutar pero desgraciadamente les hemos dado una gran espacio en nuestra vida, y en ese espacio se ha eliminado a las prioridades intangibles y reales de la vida, como son el amor, la familia y la amistad.
Una amistad verdadera muchas veces es minada por el trabajo solitario. Al Individualismo no le gusta sentirse comprometido y las relaciones interpersonales comprometen. Ahora mas que nunca necesitamos amig@s humanos, reales, tangibles, grandes, sin exigencias y buenos amig@s con quienes compartir buenas horas, aquellos que te dejan un buen sabor de boca aun y cuando solo los veas unos minutos, aquellas amistades que sabes te conocen autenticamente y con quienes puedes compartir desde el tema mas especializado hasta la conversacion mas simple, apoyarles y que te apoyen, que te acepten con tus fallos y encuentren tu mas alto potencial.
Ahora en los tiempos en que se busca las mejores inversiones, seleccionar amigos asi para tu vida y la de tus seres queridos es y puede ser la mejor inversion, por que con o sin crisis prevalecerán.

9/4/09

Cuando hay amor...Obras son amores y no buenas razones...

http://www.dianaevelynmata.blogspot.com/ Encontre esto por ahi y me gusto para compartir... tal vez a alguien todavía le pueda ser util........................
¡Cómo nos queríamos al principio!... La fe que uno tiene en lo que dice otra persona no se fundamenta tanto en la evidencia de lo que afirma como en la confianza que nos inspira esa persona. Por este motivo podemos tener dudas acerca de informaciones que nos llegan y que no parecen en sí descabelladas -por ejemplo, cuando otro compañero del trabajo anuncia una subida de sueldo superior a la esperada o unas vacaciones más prolongadas-; mientras que no dudamos de lo que dice alguien digno de nuestra confianza, aunque haga afirmaciones casi increíbles (como la madre que nos dice que ha visto por la calle paseando a quien considerábamos postrado en silla de ruedas para el resto de su vida). El amor a otra persona hace que crezca la confianza en ella. Más aún: permite que quitemos importancia a los pequeños errores que comete. Y en el caso de descubrir grandes errores, ese amor -que no ingenuidad- sabe disculparlos con excusas que salvan la intención con que actuó o al menos recuerdan sus aciertos anteriores. En el noviazgo suele darse un primer enamoramiento bastante superficial. Sólo conforme pasa el tiempo va tomando cuerpo un amor más personal: siguen vivos los afectos sensibles, pero bajo esos rasgos físicos y de carácter que nos atraen, descubrimos a otra persona con la que empezamos a plantearnos compartir el resto de nuestra vida. Cuando un hombre y una mujer deciden casarse (sellar ante testigos cualificados un compromiso con carta de naturaleza que los vincule de por vida), cada uno conoce que puede cruzarse en su vida otra persona cuyas características le “deslumbren”. Sin embargo, sabe también que la “esencia” de su amor no son los sentimientos -aunque sean buenos y convenientes para un amor verdaderamente humano- sino la voluntaria entrega personal. Si estas ideas se difuminan y el matrimonio permite que su relación no llegue más allá del sentimiento, corre el riesgo de derrumbarse cuando dicho sentimiento se enfría o cuando en la vida de uno de los cónyuges se cruza otra persona que despierta un nuevo enamoramiento (sentimental). Es entonces cuando se plantean dudas donde sólo debería haber dificultades. Y se interpretan los pequeños roces normales de la convivencia como desprecios y muestras de desamor. Y se pregunta uno si no habrá sido un error casarse. E incluso -en un alarde de “falsa humildad”- llega a considerarse incapaz de adoptar un compromiso “de por vida” con otra persona, porque comprueba que sus sentimientos son volubles (y piensa que el amor humano se reduce a sentimientos). Y nos asalta un pensamiento melancólico que va tomando cuerpo día a día: ¡Cuánto nos queríamos al principio!... El noviazgo (necesario) tiene un sentido

Cuando un chico y una chica se enamoran y se eclaran mutuamente su amor se establece entre ambos una relación de noviazgo. Como hemos dicho antes, al comienzo de esa relación prima el sentimiento: el aspecto físico, el modo de ser, el tono de voz, la mirada… Todo lo que vemos en el otro hace que nuestro pensamiento gire en torno a esa persona que… ¡con su sola presencia nos produce hasta escalofríos y nerviosismo! El trato hace que ese sentimiento -sin llegar a desaparecer nunca- dé paso a un amor más profundo, que descubre detrás de esa mujer o de ese hombre a una persona: nos atrae, ¡sí!, pero -como persona- tiene su propia historia (de la que es protagonista) y deseamos que se entrelace con la nuestra (de la que somos nosotros los protagonistas)... para interpretar juntos una “película” con un “actor” y una “actriz” principales (dos protagonistas: ¡nosotros dos!) Como el noviazgo no es todavía un compromiso definitivo, se puede dar marcha atrás en la relación. Pero como sí se orienta a un compromiso definitivo, tampoco se trata de una relación trivial: en la vida de los novios se cruzarán otras personas que les parezcan atractivas y que, sin embargo, no serán obstáculos para seguir adelante con esa relación de mutuo conocimiento. Porque en el noviazgo no sólo se da una atracción (sentimiento) entre los novios, sino que se reconoce también una declaración de amor personal (acto libre). Por esta razón hay que orientar el noviazgo hacia el conocimiento personal de quienes se encuentran enamorados. Las manifestaciones de afecto han de existir (manifestaciones propias de la entrega en el noviazgo y no manifestaciones de amor matrimonial). Pero si el noviazgo se reduce a esas manifestaciones afectivas (aunque sean apropiadas), puede ser el preámbulo de un fracaso matrimonial, por no favorecer el conocimiento entre los novios. Nos hemos casado.(la pregunta del millon) Y ahora… ¿qué? La libertad humana es tan grande que un hombre y una mujer pueden comprometerse de por vida el uno con el otro en una entrega de amor personal (con cuerpo y alma): eso es el matrimonio. Sin embargo, no basta con esa decisión. Hay que alimentar el fuego del amor con pequeñas ramas que, día tras día, mantengan viva la hoguera. Y el primer peligro que nos encontramos es -como en cualquier relación personal prolongada- la rutina.

Esa rutina o acostumbramiento al otro lleva a abandonar los detalles pequeños que, con ilusión, tenían entre sí el hombre y la mujer cuando eran novios. La experiencia demuestra la necesidad de que ambos sigan esforzándose -cada uno- por conquistar al otro cada día dentro del matrimonio. A ese peligro de la rutina (con manifestaciones de descuidos en el arreglo personal y de desinterés en las cosas pequeñas de la relación) se añade otro no menos importante: la falta de comunicación. Ambos riesgos actúan como un explosivo retardado para la relación matrimonial. Fácilmente se produce, entonces, que uno de los cónyuges perciba la rutina del otro como desinterés o incluso como desprecio (y ambos van distanciándose afectivamente, casi sin darse cuenta, por su falta de comunicación…). Cuando se caldea el ambiente… La falta de comunicación entre los cónyuges desarrolla un ambiente frío. Y se da entonces la siguiente paradoja: el hogar es el lugar en el que cualquier persona se refugia para descansar de la tensión acumulada dentro del trabajo y en la calle; sin embargo… es tan dura la sensación de frío que en él encuentran los cónyuges cuando llegan a esa situación que -casi inconscientemente- empiezan a retrasar la vuelta del trabajo o a buscar la compañía de otros amigos antes de ir a casa (como un “placebo” para paliar la falta de afecto que les espera en su hogar). Es una situación anormal. El matrimonio está “enfermo” (y tiene subidas y bajadas de “fiebre”). Entonces, sin solución de continuidad, se pasa de la “indiferencia” en el trato al “encendimiento explosivo” contra el otro. El motivo de esos encendimientos puede ser insignificante: un retraso, el descuido de un pequeño encargo que nos han dado, la falta de atención a los detalles en la vida del otro (un aniversario que pasa “sin pena ni gloria” -con una celebración rutinaria-, un “no caer en la cuenta” de algún aspecto en el modo de vestir), etc. Sabemos que un alfilerazo provoca que un balón de fútbol se desinfle, pero éste puede ser reparado antes de perder todo el aire. Sin embargo, si el alfilerazo se aplica a un globo hinchado (con paredes evidentemente más delgadas que el balón), el globo revienta. De igual forma, el matrimonio “tenso” por la incomunicación (débil, como las paredes del globo hinchado) “explota” ante el alfilerazo de una pequeña contradicción. Se hacen presentes los recuerdos de agravios que cada uno iba anotando desde tiempo atrás en el interior de su alma (anotados en uno de esos rincones oscuros -sin airear- que se han ido formando en el alma por la falta de comunicación). Y afloran esos agravios en un “diálogo” que es monólogo porque ninguno busca escuchar al otro sino sólo “restregarle” tantas heridas que aún permanecen abiertas… ¡Alarma! ¡Arden las palabras! Todos -por ser personas humanas- tenemos pasiones. Y éstas no son buenas ni malas. Sólo llegarán a serlo según la orientación libre que les demos. Cuando la pasión nos domina, en cualquier caso, el resultado de lo que hacemos es siempre negativo (tanto si se trata de una pasión “positiva” como la alegría -que degenera en euforia- como si es “negativa” -caso de la tristeza que lleva a la desesperanza-). Si el rencor acumulado hasta que estalla la discusión enciende la ira, la lengua se suelta y ambos cónyuges se dicen cosas que jamás afirmarían en una situación de serenidad. Al descubrir esto, cualquiera de ellos que lo haga debe “rehuir el envite” y evitar la confrontación. Aunque sea ausentándose físicamente por unos momentos (quizá horas), retirándose a otra habitación. Y debe hacerlo porque cualquier frase pronunciada en esas circunstancias de iracundia resultará hiriente, mordaz, irónica… y destrozará más aún la poca “vida” que le queda a un amor conyugal “enfermo” que en esos momentos se encuentra en la “UVI”. Habitualmente, ambos reconocen que en algo han fallado (aunque piensen que la mayor parte de la culpa la tiene el otro: “que no me comprende” o “que no corresponde como debe a tanto sacrificio como hago por él/ella”). Por eso, a esas situaciones de máxima tensión suelen seguir periodos de silencio sólo interrumpidos por frases cortas (no hirientes, pero sí secas: que hacen también daño porque manifiestan una aparente frialdad a pesar de lo ocurrido). Y todo a la espera de que “el otro se dé cuenta” por fin de su error y pida perdón… Ha pasado la “tormenta” pero no el peligro de hundimiento. El paso del tiempo no cura nada en estos casos. Lo más que puede es permitir que la “herida” cierre en falso (“herida” que sigue infectada y que -al crecer la infección- sigue produciendo molestias y dolor… ¡hasta abrirse de nuevo con cualquier roce!) Volverá una nueva “tormenta” (quizá más fuerte y de peores consecuencias que la anterior) cuando llegue el momento oportuno. Si no se pone remedio… Lucha en positivo: -"¡Te quiero!" (díselo…) Hay que aprovechar el periodo de silencio (posterior a la “tormenta”) para tomar decisiones positivas. Cuando se ha apagado el acaloramiento de la discusión y el encendimiento interior (es decir, el apasionamiento contra el otro) podemos volver a hablar: ¿Cuánto tiempo hace que no has dicho a tu mujer que la quieres? ¿Cuánto llevas sin decir a tu marido que desearías “comértelo a besos”, que no existe en el mundo ningún hombre como él?... «¡Amor mío, te quiero mucho! Perdóname todo lo que te dije en esa discusión. Soy un tonto. Estaba “encendido” y no me daba cuenta de lo que decía. Te quiero con toda mi alma. Eres la mujer de mi vida y te necesito. Pero soy como un niño chico: necesito que me perdones, que me comprendas y que me ayudes. ¡Te quiero tanto!... Querría volver a enamorarte como cuando éramos novios. Pero ya no somos novios: nos hemos entregado libremente de por vida. Por eso no puedo imaginar mi vida al margen de ti. »Soy débil. Pero el orgullo me ha llevado a esconder esa “debilidad” y a mostrarme autosuficiente. Quiero pedirte que hablemos más. Deseo que conozcas siempre cuáles son mis sentimientos. Quiero manifestarte el amor que te tengo. Si alguna vez no lo hago… piensa que es por orgullo, que es el niño tonto y caprichoso que llevo dentro quien actúa, y no yo. Porque yo -recuerda en los momentos difíciles lo que estoy diciéndote ahora- te amo con toda la capacidad de amar a una mujer que Dios mismo ha puesto en mi corazón.» (Puede ser éste un modelo de diálogo. Ninguna mujer enamorada permanecerá insensible ante esa declaración humilde y sincera. Tampoco ningún hombre, si la mujer manifiesta sentimientos semejantes). El amor no vive “del aire”. Los amigos que no se ven, que no muestran con hechos -o al menos con palabras- su amistad, saben que ésta acabará desapareciendo. Por eso procuran salvar las distancias si se encuentran lejos: mediante el teléfono o escribiéndose (como aquél que, de forma -eso sí- un tanto cursi, tranquilizaba al amigo a quien no veía desde años atrás, escribiéndole: «No te preocupes: la amistad que nos une es más grande que la distancia que nos separa»). Y cuando están cerca necesitan manifestarse de alguna forma (quedando y hablando) el afecto propio de la amistad. En el amor entre un hombre y una mujer (el enamoramiento o el eros) sucede algo parecido, pues al fin y al cabo es otro tipo de amor humano. Por eso, en el matrimonio, cada cónyuge -aunque convivan bajo el mismo techo y duerman en el mismo lecho- necesita también decir “te quiero” y escuchar “te quiero”. Y no es excusa pensar: “¡ya lo sabe!”, porque para avivar el amor no basta con saber que es así: hay que percibir, sentir, escuchar que es así. Esta es la lucha positiva que salvará el amor (y aun lo acrecentará) en momentos de crisis: las muestras frecuentes de cariño. Y cuando resulte costoso mostrar el afecto -porque la relación atraviesa un momento difícil-, debo recordar que esa mujer (o ese hombre) no es sólo una persona que me atrae: sino alguien que libremente quiso embarcarse en la aventura de compartir toda su vida conmigo, entregándose a mí… (No sólo Dios, también otras personas que asistieron a nuestro matrimonio son testigos cualificados que pueden ayudarme a avivar ese recuerdo cuando mi mente se “oscurezca”…). Así evitaremos que las pequeñas dificultades se conviertan en un obstáculo insuperable: porque, cuando hay amor, diez mil roces no constituyen una ofensa, diez mil contrariedades no equivalen a un fracaso, diez mil pequeños descuidos no hacen un desprecio...ESTO ES POSIBLE... CUANDO HAY AMOR.... cuando no.... esa es otra historia. Fernando del Castillo del Castillo http://tertuliadeamigos.webcindario.com/

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